Escalona
Casco histórico
Castillo de Escalona
Información de Escalona:
Teléfono: 925 780 942
Web: http://www.escalonaturismo.com/
Info:
Guía turística
Email: turismo@escalona.es
Tierras que han sido pobladas por pueblos celtas, romanos y visigodos lo que nos habla de la antigüedad de su formación pero sería con Alfonso VI cuando esta localidad empieza a tomar entidad y la importancia que hasta nuestros días ha llegado, ya que esta villa albergo la residencia de importantes nobles ligados a la realeza castellana siendo su época de esplendor el siglo XV, época en la que se construye el castillo de Escalona y que forma parte del ya existente recinto amurallado del casco histórico de esta villa, murallas levantadas en el siglo XII. Este patrimonio junto al creado en los siglos XVI y XVII otorgan a la villa de Escalona un sabor medieval que se ha conservado con el paso de los siglos y que ha servido de morada de la corte de los Prodigios castellanos. Actualmente la ruta de arte urbano rememora ese prodigioso pasado.
Municipio que no solo destaca por su glorioso pasado y su patrimonio cultural sino también por su excepcional valor paisajístico otorgado por el río Alberche y sus riberas que abrazan esta localidad. Dehesas y bosques frondosos que acompañan al Alberche a su paso por estas tierras, un entorno natural de gran riqueza ecológica donde el visitante puede practicar diferentes deportes como el senderismo, observación de aves o simplemente darse un baño en las aguas cristalinas que bañan sus playas. Caminos históricos atraviesan esta localidad como el camino de Santiago proveniente del Levante, siendo esta villa refugio de peregrinos en su camino al norte, o la ruta del Lazarillo, que la literatura ha plasmado para reflejar la importancia de Escalona a lo largo del tiempo.
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¿Qué ver?
Construida sobre la antigua iglesia de Santa María, la Iglesia de San miguel Arcángel, se amplió en el siglo XVII después que se convirtiera en colegiata. En su interior destaca el retablo barroco con maravillosos detalles ornamentales en el que aparece la imagen de la Inmaculada Concepción, patrona de Escalona.
Se trata del monumento más emblemático del municipio. Aunque no se tiene conocimiento del momento exacto de su fundación, se sabe que ya en el siglo X había conocimiento de una fortaleza. Don Juan Manuel construyó el perímetro exterior y las espléndidas torres albarranas de arte mudéjar. Don Álvaro de Luna, aparte de reforzar las defensas exteriores con la creación de una barbacana, levantó un magnífico palacio dentro del castillo; un palacio que en 1450 era famoso por su suntuosidad, pues incluso contaba con una capilla; algo inaudito en otros palacios de la época. Interiormente el castillo se divide en dos partes. En la parte norte está la plaza de armas, y en la sur los restos de las dobles líneas de fortificación y el palacio. Entre ambas se encuentra el patio de honor, de planta cuadrilonga. La fachada norte del alcázar tiene una imponente portada. Decorada con ornamentación floral, se organiza en torno a un arco ojival adovelado con impostas de cordoncillo. Bajo éste aparece otro arco (de trazado cardenal) y en tímpano, formando entre ambos un bajorrelieve con figuras humanas, parrillos a los lados y escudo de armas en el centro. En el lado izquierdo se ubica la torre del homenaje, de planta cuadrada y con ventanas adinteladas o irregulares. En el derecho encontramos restos de los que fue otra torre situada simétricamente a la anterior. La fachada sur, orientada hacia el patio de Honor, tiene un reparto de huecos más regular, y en su interior hay construidos un aljibe, una piscina con vistas a la vega del Alberche (denominada de la reina) y un parapeto con tambor centrado. En la guerra de la Independencia, preparando la batalla de Talavera, el Mariscal Sault destruyó y quemó la fortaleza.
Se trata de un conjunto formado por el monasterio de la Santísima Encarnación y su iglesia. El monasterio es de estilo gótico tardío mandado construir por Don Diego López Pacheco, II Duque de Escalona. Pertenece al siglo XVI, terminándose en 1525. Es obra de transición del gótico al renacimiento. El claustro es plateresco, de planta cuadrada, con doble galería y seis arcos en cada lado. La arquería de la planta baja es de arcos mixtilíneos, apoyados sobre columnas de orden toscano y con decoración en el interior de los arcos con motivos florales, la del piso superior tiene arcos carpaneles y la decoración en el intradós de sus arcos es de cordones. En el centro de este claustro hay un pilar que sube hasta la cubierta. La iglesia, es de planta de cruz latina, con una sola nave y crucero. Es obra de estilo gótico tardío, mientras la portada plateresca es de dos cuerpos. A ambos lados del segundo cuerpo, se ve un medallón con un jarro de azucenas, símbolo de la iglesia de Toledo. En su interior, hay dos bellas losas sepulcrales que, según la tradición, son las que cubren las sepulturas de doña Juana Enríquez y de doña Francisca Pacheco. Son de mármol blanco. Tienen en su centro escudos acuartelados coronados por un yelmo sobre el que reposa un ave fénix entre llamas, sostenidos por lanzas de torneo. Ambas lápidas se ven rodeadas por una orla renacentista y toda su superficie esta profusamente adornada a base de cintas y otras labores. Las dos lápidas están orladas con azulejos mudéjares. Tanto claustro como iglesia están declarados como monumentos, en el año 1974 y, por ello, Bien de Interés Cultural.
La villa de Escalona posee un conjunto urbano de singular belleza y carácter que revela claramente su origen medieval. Su ubicación es muy característica de aquella época histórica, al encontrarse en una alta y vasta meseta sobre la margen derecho del río Alberche. La lógica defensiva propició el que la población se asentase en este lugar estratégico y difícilmente expugnable. Este carácter militar determinó el proceso de desarrollo urbano de la localidad que tiene dos áreas muy diferenciadas: el conjunto urbano formado por el recinto amurallado y las construcciones situadas en el exterior de dicho recinto histórico. Fueron los musulmanes quienes, al parecer, primero fortificaron la villa, que a partir de entonces siempre estaría fuertemente protegida por su potente cerca y castillo. La estructura de su tejido urbano queda definida por el límite que proporcionan las murallas y los restos del trazado de éstas, que continúan determinando el desarrollo del mismo, con un parcelario medieval. Destaca su hermosa plaza Mayor porticada en gran parte de su perímetro, verdadero centro cívico de la ciudadanía. A ella vuelven su mirada viviendas de tipo popular y otras de tipo isabelino, además del imprescindible ayuntamiento. Un segundo núcleo de interés lo encontramos en su magnífico palacio-castillo gótico, emplazado en el este y en su mejor zona defensiva, por tanto. Los restos que aún sobreviven nos hablan del esplendor de su pasado, especialmente en época de don Álvaro de Luna, en el siglo XV. Las murallas permitían el acceso al municipio a través de tres puertas, la llamada del río, la de San Ramón y la de San Miguel, siendo esta última la mejor conservada. El perfil de la población se completa con los edificios de carácter religioso, como la iglesia parroquial de San Miguel Arcángel, obra barroca del siglo XVII, y, fuera del recinto fortificado, el convento de la Encarnación, representativa muestra de la transición del gótico al renacimiento. Otros edificios de interés son las casas consistoriales, además de una variada tipología de viviendas populares, con soportales, balconadas, etcétera.
De clara reminiscencia medieval, la villa tuvo tres puertas, únicos pasos de la villa: la del río, al sureste, a la que se accedía desde el puente sobre el Alberche a través de un camino de fuerte pendiente, hoy sin arco ni dintel; la de San Vicente (el pueblo la llama de San Ramón), al oeste, que para entrar por ella también es necesario subir una cuesta; por último, la del castillo o de San Miguel o de las campanas, al norte. Estas dos últimas puertas eran arcos de piedra bajos y estrechos, de la misma época de la construcción de las murallas. Hoy quedan de este recinto amurallado algunos restos, de los que han desaparecido las almenas que los coronaban, y la única puerta en buenas condiciones, por haber sido restaurada no hace demasiado tiempo, es la de San Miguel. Es pequeña y baja, con arcos apuntados de sillería, quedando entre uno y otro una bóveda también apuntada. Debió haber una torre sobre ella y en sustitución se levanto la torre actual, que no es muy alta y que sirve de campanario a la próxima iglesia de San Miguel. Entre las puertas del río y la del castillo discurre la antigua carretera y hacia la mitad de la distancia entre ambas se abre la plaza Mayor. A ella da el ayuntamiento, edificio de especial interés.
Con el nombre de Infante Don Juan Manuel, se abre la plaza de forma cuadrada, de unos 60 x 35 metros, porticada en gran parte. Es un típico ejemplo de plaza castellana, con soportales sustentados por columnas de piedra y de madera. En algunas ventanas de la plaza se aprecia una ligera influencia mudéjar. Se abre a ella el edificio del ayuntamiento, ubicado en un ángulo, y buenos ejemplos de arquitectura tradicional y popular que son las viviendas particulares. De cronología amplia al contar con ejemplos desde el siglo XVII al XIX. La plaza conserva reminiscencias literarias, pues aquí fue donde el Lazarillo de Tormes, se libró del avariento y astuto ciego. Es, además, escenario de tradiciones muy vividas por jóvenes y mayores: bendición de animales en San Antón, toque y baile de la Guarrilla, etcétera. Todo ello la configuran como un espacio vivo. En esta plaza, desde el siglo XIII (por lo menos se remonta a esa fecha) hasta hace un tiempo, se realizaba un mercado semanal.
De filiación estilística popular, su cronología data del siglo XVIII. Importante edificio concejil que se ubica en un ángulo. Presenta un alzado de dos alturas y planta trapezoidal irregular. En su volumen externo destaca el bello soportal de doble altura que se protege con un tejadillo con un alero muy destacado. Apea sobre cinco columnas muy desiguales quizás reaprovechadas del antiguo palacio. Las situadas en los laterales y semejantes entre sí, son de doble altura y composición desordenada, estando formadas por una pequeña basa, un fuste de sección cuadrada y ejecutado con sillares recibidos con mortero de cemento y un capitel decorado con temas florales. Su proporción es poco esbelta. Las intermedias son también iguales entre ellas, conformándose en el piso inferior por una basa, fuste de sección octogonal y un capitel decorado con temas florales y escudo sobre el que se localiza un dado donde apoya el forjado de la terraza superior. En el piso superior, las columnas son similares aunque de concepción más esbelta y con la caña ahusada. La columna que centra la planta baja consta de una basa troncopiramidal de mayor diámetro que las anteriores con fuste cuadrado pero carente de capitel y sí con un dado de apoyo. La de la planta superior repite la tipología de las intermedias del piso bajo, hallándose coronada por un dado pétreo, encima del que se localiza el escudo de la villa y la torre del reloj. La terraza cuenta con un antepecho de hierro forjado y anillado en las columnas. Se trata de un destacado ejemplo arquitectónico que refleja la importancia de esta institución.
Su cronología data de fines del siglo XVIII a principios del siglo XIX. Es de estilo neoclásico. Es una obra monumental que consta de once ojos resueltos con bóvedas de medio punto y rebajadas de diversa luz. La fábrica es toda de sillería con una longitud aproximada de trescientos metros, inclusive los apartaderos, entradas y salidas, escaleras de bajada al río y el pretil. Su amplia longitud se encuentra dividida en tres tramos de tres bóvedas: a la entrada, centro y salida, respectivamente. Las cepas tajamares presentan una gran ligereza y en ellas se ha observado cierta similitud con las del puente parisino “Pons de Arts” construido por De Cessart y Dilion en 1803. Los arcos alcanzan la altura de la línea de impostas situándose las gárgolas para el desagüe sobre la clave del arco. El conjunto de esta importante obra de ingeniería presenta una gran sobriedad ornamental, además de una bella estabilización de formas que inclinan a considerar que su arquitectura fuese concluida a principios del siglo XIX. Aguas arriba, todavía se conservan dos pequeños restos, visibles desde el tablero que corresponden al arranque de un arco que muestra un intento constructivo anterior y que situaría el puente en un lugar distinto, por tanto.
De filiación estilística gótico-renacentista. Es una bella cruz latina de piedra que se alza sobre una gradería cuadrada de cuatro escalones. De sección romboidal y estriada, los brazos presentan en sus extremos decoración de bolas. Descansa encima de una balsa moldurada y un pedestal labrado que ostenta blasones en la totalidad de sus caras. Se encuentra protegida en sus cuatro flancos por otros tantos machones pétreos de los que nacen cadenas que se unen a la base donde se levanta la cruz. Aunque actualmente se ubica delante de la iglesia de San Miguel, su emplazamiento original estaba en la plaza Mayor de la localidad o plaza del 7 de octubre.