Tiene su origen en una tradición muy antigua. Esta consistía en la invitación por parte de los propietarios de gran número de olivos a las personas que habían participado en la recogida del fruto a una celebración en la que se organizaban bailes y se engalanaban los carros y galeras que habían transportado la aceituna a la almazara durante la campaña, que podía durar dos o tres meses. De esta forma, festejaban el final de la recolección a nivel individual de cuadrillas.
Con el paso de los años esta fiesta ha ido creciendo con la realización múltiples actividades culturales de gran relevancia.