La Puebla de Almoradiel
Ayuntamiento
Iglesia parroquial de San Juan Bautista
Información de La Puebla de Almoradiel:
Teléfono: 925 178 001
Web: https://lapuebladealmoradiel.es/
Info:
Guía turística
Email: puebla@lapuebladealmoradiel.es
Su origen parece ser una fortaleza de la época ibérica y celta, habitada posteriormente por romanos, visigodos, mozárabes y durante la dominación musulmana por la tribu de los Almorávides. La primitiva ciudad estaba fundada en los márgenes del río Cigüela. Posteriormente, va surgiendo una aldea, cercana a esa alquería de Almoradiel que dependió de Corral de Almaguer, hasta que Don Santiago Alfonso Méndez, maestre de la orden de Santiago, le da carta de población, otorgando a sus pobladores varias franquezas y el fuero de Uclés.
El arte gótico, renacentista y barroco, tienen presencia en este municipio Toledano jalonando diferentes rincones con encanto: la iglesia de San Juan Bautista, la ermita de Nuestra Señora del Egido, la ermita de Santa Ana y la del Santísimo Cristo de la Salud. La romería de la Virgen de Palomares, la de San Isidro, y las fiestas patronales en honor al Santísimo Cristo de la Salud, declarada de Interés Turístico Regional atraen cada año a cientos de visitantes al calor de la hospitalidad de los vecinos almoradienses.
La Puebla de Almoradiel cuenta con unas vías pecuarias que en su día sirvieron de caminos para la trashumancia del ganado en el desplazamiento de norte a sur de la península, así como el paso del camino de Santiago desde levante y la actual vía Verde “El Trenillo”, que transcurre de Quintanar a Villacañas, con una longitud de 25 kilómetros. El visitante podrá realizar estos caminos tanto en bici como a pie, por su valor histórico, y por considerarse unas vías importantes para la práctica del deporte al aire libre. Otra ruta de senderismo muy destacable es Sendero PR TO 28 “La estela del Cigüela” siguiendo el cauce del río, encontrando indicios de la importancia económica del río con puentes, represas, lagunas y restos de los abundantes molinos que lo jalonaban entre ambas márgenes.
El principal motor económico de la localidad es la industria vitivinícola, con una gran historia a sus espaldas contando con numerosas bodegas todas ellas con caldos de gran calidad destacando los tintos ampliamente reconocidos, por lo que podemos considerar estas tierras zona ideal para la práctica del enoturismo.
Los cielos manchegos, son muy codiciados para los amantes de la astronomía ya que son muy abiertos y tienen escasa contaminación luminosa lo que hace que desde la llanura se pueda ver la inmensidad del firmamento sin ningún obstáculo que entorpezca. Es por ello que en los alrededores se encuentra el observatorio astronómico de La Hita que propone una variedad de actividades al visitante.
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¿Qué ver?
La mezcla de estilos arquitectónicos, consecuencia de las diferentes fases de construcción, hace difícil su datación cronológica, pudiéndose remontar a las etapas más antiguas de la edad media, más concretamente entre los siglos XII-XIV, observándose restos de estilísticas románica y gótica en algunas partes, tanto del interior como de la fachada. Ejemplo de ello, son dos arcos de medio punto del transepto y dos ventanas abocinadas, con arcos pareados de medio punto. El estado actual, tanto de la planta como del alzado, presenta una nave central con crucero, cubierta con bóveda de cañón con lunetas y arcos fajones. Los brazos del transepto desembocan en dos capillas: la capilla de la Inmaculada que se prolonga paralela a la nave central, y en el brazo opuesto la capilla-enterramiento de los Ortiz, con bóveda nervada estrellada; en ella hoy se ubican las imágenes de la Virgen de Palomares y Jesús de Medinaceli. Contigua a ésta, aparece el pórtico que cobija la entrada, inscrita ésta en un arco de medio punto, correspondiéndose con la entrada principal de la iglesia. En la clave del arco se aprecia la Cruz de la orden Militar de Santiago. Destaca la bóveda de crucería estrellada con nervios combados que cubre el ábside donde nervios y claves durados destacan sobre los plementos. El altar mayor es de estética moderna predominando el mármol, y está presidido por una imagen grande de San Juan Bautista y a ambos lados las del Corazón de Jesús y el Corazón de María. En los pies de la iglesia se sitúa el coro, al que se accede mediante unas escaleras que conducen también a la torre campanario de estética escurialense. De este mismo estilo es una de las ventanas de la fachada que se encuentra rematada con frontón triangular y adornos en bola.
Datada en el siglo XVI, presenta una sola nave con planta rectangular en cuyo ábside, se encuentra la imagen de Nuestra Señora del Egido. El muro de mampostería, se caracteriza por su morfología compacta y cerrada, sin apenas vanos, rematado con una espadaña. La fachada de estética renacentista conserva la sobriedad, concentrando los elementos decorativos en la portada, igualmente de procedencia renacentista o del principio del barroco, destacado por su hermosura de sabor clásico. La portada está inscrita en un arco de medio punto de herencia clásica, abrazado por dos columnas adosadas a ambos lados del mismo, y en la parte superior, rematando el conjunto, una estructura abalustrada con remate de frontón semicircular y adornos de bolas que nos acercan a la estética herreriana. Debajo del frontón aparece una hornacina que alberga una talla en piedra de la Virgen del Egido. Destaca en su interior una doble bóveda de arista, que se forma con el cruce en perpendicular de dos bóvedas de cañón. El ábside está cubierto con una cúpula sobre pechinas sobre las que se inscriben cuatro óculos con las imágenes de los Evangelistas. La ermita forma parte de un convento al que está adosado; antiguamente desempeñó las funciones de un hospital.
Según se cuenta, en el paraje de «Palomares», situado en el enclave de los términos municipales de La Puebla de Almoradiel, Miguel Esteban y Quero, la tradición dice que fueron unos agricultores los que ejercitando su labor, encontraron enterrada entre piedras, la imagen de la Virgen que más tarde llevaría el nombre de este paraje y del pequeño poblado que en él moraba, el cual, siglos después acabó incorporándose, junto con el de la Magdalena, al núcleo de población que hoy nos ocupa. Y fue allí, en el mimo sitio en el que se encontró la imagen, donde se construyó su pequeño santuario. Hoy la ermita de la Virgen de Palomares se encuentra a 9 kilómetros de La Puebla de Almoradiel y fue reconstruida en la década de los años 60 del siglo XX. Presenta una planta basilar con dos dependencias longitudinales anexas con cubierta adintelada. La fachada, de mampostería, conserva la puerta original, de madera, a la que se antepone un cerramiento de forja también procedente de la antigua ermita. La portada esta rematada con un voladizo a dos aguas. A ambos lados de la entrada principal se sitúan dos porches, apoyados, en cada extremo, sobre dos columnas de piedra siguiendo la estética toscana. Dichas columnas están elaboradas en una sola pieza, y proceden, según testimonios, del patio de la antigua posada del Arco, lo que hace suponer una antigüedad de al menos cinco siglos (s. XVI). Corona la fachada una espadaña de factura de ladrillo, que alberga una campana procedente de la ermita de Santa Ana; la original, de tamaño inferior, se encuentra dentro de la propia ermita.
La ermita de Santa Ana (construida en su día en las afueras del pueblo y hoy centro de una gran barriada), es una fábrica sencilla de procedencia renacentista-barroca, de cuya antigüedad carecemos de datos concretos. Presenta una planta de cruz latina con entrada a los pies, en medio de un amplio patio. En el muro de mampostería, rematando la mitad superior de sus ángulos, se observan restos de fábrica de sillería. El vano de la entrada es adintelado y está precedido de un pórtico a tres aguas sostenido por dos columnas de piedra de estilo clásico, de reciente construcción. La nave, típicamente renacentista, se cubre con una bóveda de cañón con lunetos. La cubierta del transepto posee una cúpula de media naranja sobre pechinas decoradas con frescos de imágenes religiosas Hay que destacar de esta Ermita la pervivencia de un retablo de época posterior a la fecha de construcción de la misma. Es de fuerte sabor barroco, con los elementos propios que lo caracterizan, como las columnas salomónicas y la abundancia decorativa que se refleja en los adornos arracimados alrededor de sus fustes, rematando los mismos soberbios capiteles corintios con hojas de acanto. En el brazo derecho del transepto, cubierto con una bóveda esquifada plana, se pueden observar en la parte superior, en cada uno de los lados, las cruces de la orden de Santiago, la de la orden de San Juan de Jerusalén, la de la orden de Calatrava, y los símbolos del Papado: llaves de San Pedro y Mitra.
Hoy es una ermita algo mayor de lo que en su día fuese sencillo humilladero, mandado construir por Francisco Sánchez Roldán, personaje muy influyente en este municipio, en el siglo XVI y dedicada a la adoración de las llagas de Jesús Crucificado. Carece de estilo arquitectónico definido, ofreciendo influencias románicas en la fachada y, renacentistas y barrocas en su interior. Presenta una planta poligonal con nave única, capilla a la derecha del ábside, continuado por la sacristía, y entrada y coro elevado, a los pies. La fachada está divida en tres cuerpos: el inferior está presidido por una portada con arco de medio punto; en cuya clave se inscribe la cruz de la orden Militar de Santiago; el cuerpo intermedio presenta un solo vano adintelado; el cuerpo superior posee claras reminiscencias de la arquitectura románica, con un remate de arquería ciega de tipología lombarda, abrazado con dos molduras de influencia herreriana. Coronando la fachada se sitúa una espadaña de reciente construcción, con huecos para alojar las tres campanas. En su interior destaca la bóveda de cañón con lunetos y arcos fajones; el ábside está cubierto con una cúpula sobre pechinas, en las que se inscriben cuatro óculos decorados con frescos. En el ábside se encuentra la preciosa y preciada imagen del Santísimo Cristo de la Salud, muy venerado en toda esta comarca manchega, cobijado dentro de una moldura con columnas de fuste combinado, y capitel de hojas de acanto, decoradas con panes de oro.
La ermita de San Isidro se sitúa a dos kilómetros del municipio sobre un terreno ocupado antiguamente por la vereda real Soriana y la propiedad particular, donada a la cofradía del Santo Labrador, por Don Julio Villafranca Muñoz. El aspecto actual de la ermita es el resultado de varias modificaciones realizadas desde que allá en el año 1950 se iniciaran las primeras obras, siendo su inauguración en mayo de 1952. Presenta una planta rectangular con cuatro dependencias anexas a la cabecera. La fachada, antiguamente de mampostería, hoy se encuentra revestida con cemento y pintada de blanco, sobre zócalo de piedra. También es obra de los últimos años, el amplio pórtico que precede a la entrada, hecho a tres aguas y sostenido por dos grandes columnas de piedra de estilo clásico. Este presenta un arco de medio punto con factura de ladrillo. Remata la fachada una espadaña, cuyo aspecto también ha cambiado a lo largo de los años. En el interior de la ermita se presenta una cabecera con tres hornacinas, una central de mayor tamaño, que alberga la figura del Santo patrono de los labradores.
Se ha bautizado como puente Romano, aunque no se ha podido constatar su origen, ni hallado la datación del mismo. Cierto es, que el puente reúne características propias de las construcciones de origen romano, aunque pudiera haber sido construido en época posterior. Inicialmente estaba situado en la ribera del río Gigüela, próximo al molino de la Torrentera, servía para posibilitar el tránsito de personas, ganado, caballerías y carruajes, sobre una acequia o arroyo de poca anchura junto al cauce del mencionado río. Hoy está situado en el kilómetro 8 de la vía Verde Quintanar-Villacañas y a una distancia aproximada de 1 kilómetro de la población. Puente de un solo arco de tipo escarzano o rebajado con intradós en curvatura circular y en el que la flecha es menor que la luz. Su fábrica es de piedras sillares de naturaleza caliza no almohadilladas. Características de la construcción.
Actualmente quedan vestigios de aquellos catorce molinos, que jalonaban el cauce del río Gigüela a su paso por el término municipal de La Puebla de Almoradiel. El molino más antiguo es el de la Torrontera que es del siglo XV-XVI, y el molino Pingazorras fue reconstruido en el año 1728. Los catorce molinos son: Cervero, Batán, Torrontera, Blanquillo, Quemadillo, Pintao, Zurrón, Pingazorras, Botifuera, Novezuelo, Laortiza, Doña Sol, El Viejo y Padre Juan. Las piedras de moler de 12 de los molinos están colocadas, a modo de decoración, en los muros del polideportivo local. Según registros oficiales, debido a la gran longitud del cauce del río Gigüela dentro del término, con múltiples giros, La Puebla de Almoradiel fue el pueblo de España con mayor cantidad de molinos de agua.
Las cúpulas blancas del complejo astronómico de La Hita destacan sobre la llanura manchega. Este emplazamiento le hace ser especialmente interesante para todos aquellos que opten por un turismo cultural y deseen sorprenderse por las maravillas del cielo nocturno, a través de las actividades que se ofertan en el observatorio. Se ha construido un extraordinario complejo orientado principalmente a la investigación, la divulgación científica y la educación, realizando actividades y talleres para todo tipo de público. Es un lugar visitable en cualquier época del año. Desarrollándose de esta manera la potenciación del aspecto turístico y de ocio, y produciendo en consecuencia la dinamización de la zona.