Las Ventas con Peña Aguilera
Iglesia de San Pedro Apóstol
Panorámica
Información de Las Ventas con Peña Aguilera:
Teléfono: 925 418 002
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Info:
Email: ventaspaguilera@gmail.com
Enclavado en el centro de la comarca de los Montes de Toledo, este municipio contiene una secuencia histórica que sitúa sus inicios en el paleolítico y el neolítico, sería habitado por pueblos carpetanos, romanos, visigodos, musulmanes y finalmente cristianos según los diferentes restos arqueológicos encontrados en el valle del Chorrito o en el cerro del Águila. Sería en el siglo XVI cuando se forma la actual localidad por la unión de los tres poblados existentes en este territorio (peña Aguilera, Santa María del Águila y Las Ventas). Pasear por sus calles, plazas y callejuelas es descubrir un casco urbano donde lo natural se funde con lo artificial en su barrio del cerro y donde la arquitectura monteña tiene su mejor ejemplo. En este bello e histórico entorno patrimonial el turista puede disfrutar de su iglesia de San Pedro Apóstol de estilo gótico tardío o la ermita de la Virgen del Águila ambas de finales del siglo XV, en ese paseo el visitante podrá descubrir otros monumentos pertenecientes a diferentes épocas y estilos arquitectónicos, como el torreón musulmán, el molino de viento o el edificio del colegio público.
Municipio declarado “Área de Especial Interés Artesanal”, junto con Talavera de la Reina, por la gran cantidad de artesanos principalmente del cuero y de la piedra residentes en esta población. Posee esta localidad un importante patrimonio natural donde el visitante se va a encontrar con un ecosistema variado de llanuras, montes, riberas, cerros y rañas que conservan su riqueza natural casi intacta gozando de un enorme valor paisajístico. Es característico encontrar en sus sierras importantes rañas pedregosas salpicadas por una rica flora mediterránea donde predominan especies tan características como las encinas, chaparros o jaras entre otros. Por estos valles, rañas y pedrizas viven numerosas comunidades de venados y jabalíes junto a otras especies como el águila imperial o el lince ibérico entre otros animales. Recorrer sus caminos y cordeles, como el cordel Segoviano, y practicar senderismo por sus rutas, como la del cerro del Águila, es contemplar la naturaleza en estado puro. Observación de aves y fauna salvaje completan la oferta turística de esta municipio, emparentado con la estepa siberiana como podrás descubrir en el museo de los Pueblos de Siberia y Asia Central.
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¿Qué ver?
La iglesia de San Pedro Apóstol declarada BIC en 1993, se trata de una iglesia de estilo gótico de finales del siglo XV que conserva motivos decorativos en la puerta del Sol pertenecientes ya a un gótico tardío, sin embargo la torre es de estilo mudéjar de ese predomino que tiene el estilo mudéjar en la provincia de Toledo y sobre todo en su capital, desde el siglo XII hasta prácticamente el siglo XVIII, construida en ladrillos con ese cajeado de mampostería y el cuerpo de campanas realizado ladrillos con una decoración de arcos de herradura típicos del arte musulmán. Recibe este nombre de San Pedro debido a que parte de estas tierras pertenecían a la capilla de San Pedro de la catedral primada de Toledo, la cual en parte financió la construcción de esta iglesia, y en este caso no lleva el nombre de la patrona como puede ocurrir en otras localidades. La otra parte de este término municipal pertenecía al ayuntamiento de Toledo, de ahí que podamos observar en la fachada esas dos placas de mármol con los símbolos de la ciudad de Toledo, símbolos que todavía se pueden observar en numerosos edificios de la ciudad siendo por tanto el ayuntamiento Toledano el que financiara también la construcción de esta iglesia. En el interior se puede observar la típica iglesia gótica divida en tres naves con arcos apuntados y de medio punto construidos en piedra, posee sobre el ábside una cúpula estrellada con tallas de madera en las que se representan las llaves de San Pedro como protector del templo e incluso en este ábside gracias a la restauración llevada a cabo en los años finales del siglo XX se ha podido recuperar parte de la policromía con la que estaban decorados los muros y la cúpula y donde aparecen dos escudos ligados a dos familias señoriales de aquella época los Ortiz y los Albarrán, que también financiaron la construcción de esta iglesia. Posee un gran coro en la parte de entrada lo que nos indica la importancia de esta comunidad religiosa durante el siglo XV y XVI, durante la restauración salieron a la luz pinturas de la primera iglesia lo que nos permite hacernos una idea de la decoración que poseían todos los muros y que desgraciadamente hoy día no se conserva. En el lateral derecho se encuentra la capilla de la Concepción de estilo barroco, construida a principios del siglo XVII por la familia nobiliaria de los Ortiz-Albarrán, familias que se habían unido para aumentar su patrimonio y cuyo escudo en piedra hemos visto en el exterior de la capilla. El retablo original del siglo XVII, obra del importante escultor Rafael de León fue destruido durante la guerra Civil quedando únicamente el Cristo crucificado que presidia el calvario de ese retablo como testimonio de su existencia, se encuentra actualmente en la nave derecha de la iglesia, la nave de la epístola.
Se trata del colegio Público Ntra. Sra. Del Águila sito en esta la localidad, consta de dos módulos unidos a un modulo central, que en sus inicios era la biblioteca, actualmente es un aula. Este módulo central conecta con los laterales a través de dos corredores con arcos de medio punto, que en sus inicios eran las entradas al recinto y que actualmente se encuentran cerrados al exterior, conservando la estética del edificio, y que contienen la biblioteca y la sala de profesores. Los módulos laterales tienen dos plantas separadas en la fachada por rectángulos de mármol rojo. En la planta baja destacan dos arcos de medio punto con dovelas y clave, labradas en granito y sostenidas por sencillas pilastras (se corresponde a parte de los corredores de unión al modulo central). El primer piso tiene ventanas con jambas y dintel del mismo material y una terraza sobre el corredor que conecta con el módulo central. A lo largo de la cornisa corre un adorno de modillones prismáticos, rematando los muros de mampostería muy irregular con granitos de tonos azulados y rosados perfectamente trabados. Las esquinas, huecos y aleros son de sillería labrada en granito más claro, que contrasta con el de los muros. Entre las dos terrazas (corredores), un edificio de planta baja rematado con un frontón, que da al conjunto un aire neoclásico. Las fachadas están presididas por los escudos de la Virgen del Águila y los Condes de Casal, primorosamente labrados por los artesanos de la piedra Luis Martin de Vidales y Natalio Bermejo. Además del edificio en sí mismo, habría que añadir como protección, el entorno que rodea a este monumento. Se trata del patio central y los patios laterales que en gran parte conservan el cerramiento original de piedra. Este edifico es de principios del siglo XX, más concretamente se construyó en 1906 poniéndose en funcionamiento en 1907. Su arquitecto y diseñador fue Ezequiel Martín, natural de Las Ventas Con Peña Aguilera, el cual supo armonizar perfectamente el edificio con su entorno. Se trata de un edificio hecho en piedra, material característico de la localidad y de esta zona de los montes de Toledo, que en su modulo central se inspira en el estilo neoclásico.
Se lleva a cabo la construcción de la actual capilla mayor de esta Ermita a finales del siglo XV, construida en piedra berroqueña y estilo popular. Según la documentación que ha llegado hasta nuestros días, esta Ermita será ampliada en el siglo XVII con la construcción de una nave mayor, en sustitución de la pequeña nave que existía anteriormente, está construida en piedra del terreno y sería terminada a finales del siglo XVII con la colocación de la espadaña, el retablo y el camarín (situado detrás de la capilla mayor). Posee debajo del suelo actual una estela de época romana.
El paraje de Santa Lucía se encuentra situado al sur del actual municipio de Las Ventas con Peña Aguilera, junto a la cañada real Galiana, y recibe este nombre debido a la presencia de dos elementos arquitectónicos relacionados entre sí, por un lado una fuente de época romana y por otro lado la Ermita de Santa Lucía. Según algunos investigadores esa fuente hecha de piedra, de la misma tipología que “la fuente de la Virgen” en el cerro del Águila, se trataría igualmente de un monumento funerario tardorromano y según otras investigaciones se trataría de una fuente greco- romana, con inscripciones greco-bizantinas, relacionada con la existencia de un posible martyrium junto al que posteriormente adosada surgiría la ermita de Santa Lucía. Esta ermita sería creada quizás como mausoleo cristiano, de finales del siglo XV y rematada su construcción a principios del siglo XVII, construida en mampostería y en la que se descubrieron una pinturas realizadas al fresco, de las que no se puede saber completamente la iconografía que representan debido a que durante el siglo XIX esta ermita se utilizo como cementerio y se encalaron las paredes, desapareciendo por tanto la mayoría de la pinturas originales. Para algún investigador estas pinturas mezclan elementos góticos y renacentistas y las sitúa a finales del siglo XVI o principios del siglo XVII, sin embargo otras investigaciones las atribuyen a un arte popular del siglo XVIII que imita elementos góticos, ambas investigaciones coinciden en el programa iconográfico, del que se conserva una parte.
Elevación rocosa situada al este del actual municipio de Las Ventas con Peña Aguilera y cuyos inicios están insertados en esta localidad, con una altura de unos 900 metros aproximadamente posee en su parte superior no sólo la ermita de la Virgen del Águila, patrona del municipio, y el molino de viento sino también restos de diferentes civilizaciones que han poblado este paraje a lo largo de los siglos. Al igual que otras áreas de poblamiento, situadas en este término municipal, los estudios sobre estos asentamientos y las diferentes civilizaciones que han transitado y habitado esta zona son realmente escasos y centrados principalmente en las investigaciones que nos ha transmitido un historiador local. A través de esas investigaciones podemos realizar un breve recorrido por la historia de este paraje, el cual muestra signos de evidencia de diferentes civilizaciones, historia que comienza con la presencia de civilización neolítica, según nos muestran varios fragmentos de cerámicas de este periodo, esparcidas por todo el perímetro del citado cerro y en la llamada “cueva del Águila” donde además se ha encontrado una pintura rupestre, que debido al mal estado de conservación no se puede saber a qué tipo de representación alude. En el calcolítico se produce un auge de habitabilidad de este área, han aparecido numerosos restos cerámicos y de estructuras que nos muestran un poblamiento más estático y definido, pues se han encontrado restos de murallas enlazadas con las grandes piedras del terreno y cimentaciones de posibles cabañas, aunque su mal estado de conservación no permiten realizar un estudio más profundo. Junto a estas edificaciones han aparecido numerosos restos cerámicos pertenecientes a este periodo, más concretamente del bronce final, entre los que se puede destacar un ídolo placa de cerámica, un hacha pulimentada, una punta de flecha, un cuchillo de sílex y dos dientes de hoz además de diferentes fragmentos cerámicos que permiten en cierto modo relacionar esos restos de edificaciones a esta cultura. Durante la ocupación de esta zona por la civilización Carpetana, no existen datos ni investigaciones que puedan corroborar el poblamiento del cerro del Águila por esta civilización. Con la romanización de las tierras de los montes de Toledo se produce el poblamiento de este cerro durante las diferentes fases de dominación del imperio romano en la península Ibérica. Nos vamos a encontrar en este lugar la presencia de numerosos fragmentos de la llamada “terra sigilata”, cerámica romana que ha ido cambiado en sus características decorativas a lo largo de la dominación del imperio romano y que ha dejado su impronta en esta zona, junto a ella también ha aparecido una pesa de telar y un cipo funerario o estela conmemorativa de la sacralización de un lugar , que se encontraba en el suelo del interior de la ermita de la Virgen del Águila y que actualmente no se conserva por que fue destruida a finales del siglo XX, aunque este último elemento, según algunos investigadores, podría tratarse de un ara con inscripción votiva dedicada a una incierta divinidad religiosa indígena o a una divinidad romana. Pero la presencia romana en este cerro, también queda patente con la presencia de un posible ninfeo romano, situado en la parte media del cerro denominado “fuente de la Virgen”, según algunos investigadores podría tratarse de un monumento funerario tardorromano. Este poblamiento del cerro del Águila se irá afianzando y continuará en el periodo visigodo por la presencia de numerosos restos cerámicos de características visigodas (siglos VI- VII), así como la aparición de los cimientos de una muralla y un torreón junto a restos de tejas datados en época visigoda y que debido a la construcción del molino y casa del molinero tanto la muralla como el torreón de época visigoda desaparecieron. A partir de la llegada de los árabes a tierras venteñas el poblamiento del cerro del Águila va a entrar en decadencia, aunque no llegaría a desaparecer pues se han encontrado escasos restos cerámicos que permiten atestiguar la presencia de esta civilización, posteriormente los habitantes de este núcleo lo irían abandonando hasta producir su despoblamiento en época de la reconquista. Existe un gran vacío de información sobre esta aldea desde el siglo XII hasta el siglo XV, lo que no nos permite aporta algún dato relevante a esta secuencia histórica del poblamiento en este lugar. A partir del siglo XV la diferente documentación existente en la época, menciona la existencia del poblado de Santa María del Águila en lo alto de este cerro, una aldea de pocos habitantes y de escasa importancia que desaparecerá definitivamente, al igual que peña Aguilera, en el siglo XVI para formar parte de la actual localidad de Las Ventas con Peña Aguilera.
Es un paraje natural situado a un kilómetro aproximadamente al norte del actual núcleo de población de Las Ventas con Peña Aguilera, delimitado al norte por una pequeña elevación donde se sitúa un torreón de época musulmana, al Este por la cañada real Segoviana, al oeste por la falda del cerro del Águila y al sur por el propio municipio. Se trata de un valle que contiene gran cantidad de materiales y elementos arquitectónicos que nos han transmitido el paso de numerosas civilizaciones por este lugar a lo largo de la historia, elementos y materiales que se encuentran poco estudiados actualmente pero que debido a los pocos estudios de eruditos locales e investigadores profesionales podemos construir una secuencia histórica sobre este paraje tan pintoresco para los habitantes de esta localidad. Según los estudios e investigaciones sobre este valle, se intuye la presencia de civilización durante el paleolítico superior y el mesolítico por el hallazgo de ciertos materiales líticos. Será a partir del neolítico cuando se pueda documentar con precisión la presencia principalmente de material, así como el relato de alguna estructura, y que vienen a atestiguar la presencia de civilización neolítica en este valle, pues han aparecido hachas pulimentadas de cuarcita y sílex así como gran cantidad de cerámica. Esta población nómada que va a transitar por este lugar va a continuar durante el periodo calcolítico y más concretamente a partir del bronce final pues han aparecido cerámicas a mano de grano grueso y hachas pulimentadas de manera dispersa a lo largo de todo el valle. Sin embargo, no será hasta época romana cuando encontremos evidencias de una civilización más permanente en este lugar, no sólo por los numerosos restos de cerámicas sigilatas claras y grises sino también por la aparición de una basílica paleocristiana fechada en el siglo V, basílica que conserva los cimientos y alguna pilastra de piedra. En la excavación que han llevado a cabo algunos investigadores alrededor de esta basílica, no sólo han sacado a la luz esos cimientos, sino que ha dado lugar a la aparición de números restos de material cerámico, restos de tégulas, ímbrices y ladrillos que pertenecen a un periodo romano tardío que comienza a introducir elementos de la cultura visigoda, por lo tanto nos encontramos restos de una civilización que está sufriendo una transformación, es decir, el paso de costumbres y modos de vida romanos a unas costumbres y modos de vida visigodos, aun así, predominan los elementos romanos sobre los visigodos pues han aparecido ladrillos con marcas de dedos y lo más curioso son dos ladrillos, uno con la marca del pie derecho y otro con la marca del pie izquierdo, lo que nos viene a indicar la costumbre romana de colocar ese tipo de ladrillos en los umbrales de las puertas de los edificios como símbolo de protección ante los malos espíritus, junto a ello un ímbrice con un pequeño texto que indica “onae” por lo que quizás pudiera pertenecer a la persona que realizaba las tejas. A pesar de no poder precisar de la existencia de un tipo de civilización concreta durante ese cambiante siglo V, si podemos atestiguar la presencia de civilización visigoda posterior pues se ha encontrado numeroso material cerámico perteneciente a esta cultura en este valle del Chorrito, cerámica datada en los siglos VI y VII y en la que se puede observar en algunos casos la representación del árbol de la vida, lo que nos indica ese predominio de la religión cristiana en esta zona. También se ha descubierto en este valle la existencia de una construcción a los pies de la pequeña elevación donde se encuentra el torreón musulmán, junto a esa construcción han aparecido asociadas numerosos restos de cerámica sigilatas de época romana tardía así como cerámicas visigodas, sin embargo, es difícil intuir qué tipo de construcción existía en este lugar debido a esa falta de estudio sobre estos restos arqueológicos. Lo más característico y visible que podemos observar en este valle son las numerosas tumbas excavadas en la roca que se encuentran diseminadas por todo el valle, se trata de una necrópolis vinculada a esta civilización visigoda y que posiblemente fueran reutilizadas a lo largo de los siglos en los que este valle estuvo poblado. Se han encontrado tumbas de diferentes tamaños y de diferentes características, es decir, tumbas antropomorfas, rectangulares, trapezoidales y tipo sarcófago, que se encuentran vinculadas a restos de construcciones pertenecientes a viviendas de planta cuadrada hechas en mampostería y que en algunos casos aprovechaban las afloraciones rocosas como cerramiento de las viviendas. Con la llegada de los árabes a tierras monteñas, va a continuar vigente el poblamiento en este lugar, donde se ha encontrado gran cantidad de cerámicas árabes de todos los tipos (vidriado melado, verde, blanco y cerámicas de cuerda seca) lo que nos permite datar un poblamiento continuo desde el siglo VIII hasta el siglo XII, esto hay que vincularlo sobre todo a la construcción y presencia de ese pequeño torreón musulmán edificado en esta época como torre de vigilancia, muy similar a otras encontradas en los montes de Toledo y que tenía la función de vigilar y proteger el paso por esta comarca. Junto a este torreón, fechado en los siglos X y XI y realizado en mampostería de ladrillos con argamasa de cal y arena, se han encontrado números restos de cerámicas sigilatas romanas y visigodas que pudieron ser reutilizadas por los árabes o como manifiesta algún investigador, esa presencia de ese tipo de cerámicas pudiera estar ligada a la existencia de una torre de época romano-visigoda. Con la reconquista cristiana de estas tierras el poblado de peña Aguilera situado en este valle del Chorrito sería abandonado, y aunque posteriormente la acción cristiana de repoblar esta zona traería habitantes a esta aldea, las diferentes incursiones musulmanas desde el sur darían lugar a que en el año 1213 este poblado fuera arrasado y por tanto quedara deshabitado.
El paraje del Milagro del que no queda hoy sino la ermita, los muros desvalijados del castillo y parte de la antigua cerca medieval, fue un lugar de gran interés estratégico en la baja edad media, donde el arzobispo D. Rodrigo Jiménez de Rada puso todo su empeño repoblador y concibió en él una gran puebla con extensos dominios bajo la jurisdicción del Castillo del Milagro. El mismo prelado dirigió las obras de la fortaleza y puebla, viviendo largas temporadas con los repobladores. Por lo tanto, el castillo fue una antigua fortaleza musulmana muy reformada por Jiménez de Rada, arzobispo de Toledo. Fue edificado en 1214, para evitar las incursiones almohades sobre Toledo por este paso. Actualmente, solo se conserva una gran muralla de 600 metros de longitud y parte de las murallas, restos de torres y cámaras internas y un aljibe del castillo. En cuanto a la ermita, fue levantada en el mismo lugar que la primitiva del siglo XIII, la cual debió sufrir reparaciones y transformaciones a lo largo de setecientos años, hasta llegar al aspecto con que hoy la conocemos. No hace mucho todavía se podían ver lápidas sepulcrales de pizarra con inscripciones góticas en orla muy deterioradas, por sus alrededores. Por tanto nos encontramos ante uno de los santuarios marianos más antiguos de los montes de Toledo, donde el culto ha permanecido de una manera continuada desde el siglo XIII, pese a las vicisitudes y movimientos migratorios de sus antiguos pobladores, cuyos descendientes han hecho posible el milagro de mantener una tradición ininterrumpida durante cerca de setecientos años, en uno de los lugares de mayor contenido histórico de la comarca, unido al gran arzobispo D. Rodrigo Jiménez de Rada su fundador.
La contemplación de los sotos del río Milagro es un autentico gozo, espacio natural sin intervenciones y con un valor ecológico muy alto, pues las actividades del hombre han sido mínimas. Aparecen hábitats de mucho interés como las galerías fluviales arbóreas y arbustivas, formaciones de herbáceas palustres, comunidades anfibias y/o acuáticas de humedales estacionales. De igual forma es cuantiosa la variedad de especies de fauna, destaca la nutria, el gato montés y el lince ibérico, el azor, el gavilán, la culebrera europea, la carraca y el milano real. Por todo el tramo fluvial aparecen poblaciones de galápago leproso, tritón pigmeo y tritón ibérico.
Las Ventas con Peña Aguilera forma parte del recorrido del cordel Segoviano que conecta con el cordel de las Merinas y conduce a la ciudad de Toledo. El cordel que pasa por este municipio es una vía de comunicación con los pueblos de Cuerva y el Molinillo en Ciudad Real, muy utilizado para la práctica de deportes como el ciclismo, senderismo y el “running”. Así como por los rebaños de ganado ovino que todavía quedan por la zona, que es el objetivo principal de estas vías, conectar territorios para buscar los mejores pastos para el ganado. Este tramo es muy recomendable, porque pueden observarse especies de fauna tan impresionantes como el águila imperial ibérica, que anida en ese entorno; el buitre negro, que sale desde Cabañeros buscando comida; el milano real, que cruza por la zona en dirección a su dormidero, en el entorno del puerto del Milagro; en verano las abubillas, abejarucos, algún cernícalo primilla, etcétera. Y al amanecer o al atardecer podemos tener la suerte de cruzarnos con algún corzo o incluso con el lince.